viernes, 19 de febrero de 2010

FRASE

"Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca"
Jorge Luis Borges

viernes, 12 de febrero de 2010

ESPECIAL CHIPRE

Este reportaje fue escrito en 2006, pero no fue publicado ya que Chipre no interesa. A mí me pareció muy interesante la historia reciente de este país, sobre todo cuando su capital es la única ciudad dividida que queda en Europa. Chipre es miembro de la UE pero ni siquiera a ésta parece interesarle mucho esta penosa situación de Nicosia. Espero que a vosotros sí os interese.

NICOSIA, CIUDAD DIVIDIDA

VISITA EL REPORTAJE FOTOGRAFICO EN:



http://lasfotosdelopez.blogspot.com/

jueves, 11 de febrero de 2010

NICOSIA Y FAMAGUSTA

Europa debería avergonzarse

La capital de Chipre, Nicosia, es la última ciudad europea dividida en dos partes. Desde 1974, las calles del centro terminan en alambradas con garitas vigiladas por soldados. De un lado los chipriotas, del otro los turcos. Ambos viéndose las caras día tras día, con un estrecho margen de separación, lo que se denomina zona de amortiguación, controlada por la ONU. La Línea Verde, nombre de esta vergonzosa frontera, es una herida abierta pero no es la única. Famagusta es una ciudad situada al sur del país. Está en el lado ocupado, completamente deshabitada. A comienzos de los 70 era la ciudad más turística, con las más modernas infraestructuras hoteleras y las mejores playas. Desde agosto del 74 nadie puede entrar en ella. Un acuerdo y posterior resolución de la ONU obligó a Turquía a no habitarla, bajo vigilancia de los cascos azules. “La han dejado como escarnio para los que allí vivíamos” cree Antonis Katsantonis, propietario de dos restaurantes en Famagusta. Ahora tiene un pequeño bar justo en la frontera, con un mirador desde donde se aprecia la decrepitud de la fantasmagórica ciudad en la que Shakespeare, anticipándose a los hechos, situó la tragedia de Otelo. Katsantonis lleva 32 años viendo día tras día el que fue su hogar con la esperanza de poder regresar a él.

lunes, 8 de febrero de 2010

CHIPRE BUSCA SUS DESAPARECIDOS

Chipre busca sus desaparecidos

La República de Chipre –no reconocida por Turquía- y la República Turca del Norte de Chipre (RTNC) –no reconocida por la Comunidad Internacional- se reparten la isla como causa de la invasión de Turquía en 1974. Desde entonces, miles de chipriotas esperan a sus familiares desaparecidos. Mientras la UE decide qué hacer con Turquía ante su negativa a reconocer un país comunitario, Chipre sigue contando muertos.

A sus 70 años, Myrofora Georgiou continúa esperando encontrar al hijo que le arrebataron. Fue en 1974, cuando tropas turcas ocuparon el norte de Chipre. Myrofora recuerda las escenas que se dieron en Palekythro, su pueblo, muy cercano a Nicosia: robos, violaciones y muerte. Cuando Christakis, su pequeño hijo, fue herido, un médico turco se ofreció a curarle mientras ella buscaba a su marido –también desaparecido-. Cuando regresó le dijo que el niño había muerto aunque ella no pudo verlo. A los pocos días varias vecinas aseguraron haber visto al niño con el médico. Christakis no estaba muerto, quizá aún esté vivo en alguna parte de Turquía. Muy distinta sería, posiblemente, la suerte de su marido. Myrofora sigue creyendo que tanto a él como a otros muchos vecinos se los llevaron para realizar labores de reconstrucción. Cuando advierto que su marido tendría ahora 80 años ella contesta, algo molesta, que le muestren sus huesos, así sabrá que está muerto, pero mientras tanto para ella está vivo.
Georgia es de Xylofagou, a pocos kilómetros de Larnaca, la segunda ciudad más importante de Chipre. De este pueblo eran los primeros restos que se encontraron en fosas comunes. Cuatro tumbas en línea con cuatro jóvenes cuyos tristes destinos les unieron para siempre, descansan en el cementerio bajo las banderas chipriota y griega. Ninguno de ellos es el marido de Georgia, a la que su hijo la impide hablar de él, “comprendan, es muy doloroso para mi madre”. Marios tampoco sabe nada de su padre. Vivían en Achna, uno de los pueblos donde más ciudadanos desaparecieron -alrededor de 80-.
Son sólo tres casos, pero todos los chipriotas tienen algún familiar, amigo o conocido desaparecido. Unas 1.600 personas de un total de 800.000 desaparecieron sin dejar rastro entre julio y agosto de 1974. Cientos de familias destrozadas durante 32 largos años por la incertidumbre del no saber. Como comenta Xenophon Kallis, Primer Asistente del miembro grecochipriota del Comité de Personas desparecidas (CMP), la muerte es parte de la vida y uno termina aceptándolo, pero el sufrimiento que deja el no saber, el martirio psicológico de pensar en lo que pudo pasar y en dónde estará el ser querido, es una tortura de por vida.


Dos objetivos para el CMP

Kallis es miembro del grupo de trabajo para las exhumaciones, que empezó a funcionar hace unos seis años, cuando las negociaciones entre Chipre y Turquía, gracias a la ayuda internacional, empezaron a dar mínimos resultados. El CMP es un comité dependiente de la ONU, compuesto por un miembro grecochipriota, otro turcochipriota y un miembro neutral de Naciones Unidas, ahora el suizo Christophe Girod. Los pasos del CMP son lentos y los resultados a lo largo de estos años, a pesar de los esfuerzos, son escasos porque sus dos objetivos principales son complicadísimos. Por un lado, encontrar las fosas comunes donde se hallan, con toda seguridad, el 90% de los desaparecidos. Para ello se necesita la ayuda de Turquía, que tiene que decir dónde se encuentran esas fosas. Pero desvelar este secreto, dice Kalis, es reconocer el genocidio que se produjo y eso es lo que Turquía no quiere. Sólo su intención de entrar en la Unión Europea está valiendo para que, muy poco a poco, y con muchas informaciones anónimas, se vayan descubriendo los macabros lugares de muerte.
El segundo objetivo es aún más difícil. Se trata de la devolución de las propiedades que durante la invasión los turcos arrebataron a los grecochipriotas, ocupando sus casas, empresas, sus pueblos y ciudades al completo. Un tercio de la población abandonó sus hogares comenzando una nueva vida al otro lado de la Línea Verde, frontera que divide el país. La posibilidad de que esas propiedades se devuelvan es una lucha que, en confianza, muchos dan por perdida. Eso supondría que familias turcochipriotas y colonos turcos –más de 150.000 según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores- que han ido llegando desde Turquía con la promesa de casa y trabajo, deberían dejar el que también ha sido su hogar. Algunos incluso han vendido las propiedades, sobre todo a turistas ingleses que han visto con oportunismo tener su residencia de vacaciones en un envidiable país de sol y playa a un bajísimo precio.
Chipre es miembro de la Unión Europea desde 2004. La UE quiso que el país entrara al completo y unido. Para ello se realizó un referéndum donde los turcochipriotas votaron a favor y los grecochipriotas en contra, al no asegurarse dentro del Plan Annan V ninguno de los dos objetivos. De este modo, el acervo comunitario no es disfrutado por los ciudadanos de la zona ocupada. Su nivel de vida nada tiene que ver con el Chipre comunitario que, a pesar de las dificultades, es un país tranquilo, con una población extremadamente amable que recibe la visita anual de 2,5 millones de turistas. Pero no hay que dejarse engañar. Como dice Xenophon Kallis, los chipriotas tienen una garantía de paz, pero no de solución.


Derecho a la Verdad

Ningún chipriota considera la posibilidad de olvidar a los desaparecidos. Nicos Theodosiou es el Presidente de la Asociación de Familias de Personas Desaparecidas. Esta asociación considera la posibilidad de que algunas de ellas se encuentren presas en cárceles turcas, y, por lo tanto, vivas. Las probabilidades son pequeñas, pero hay documentos gráficos que prueban que algunas personas han estado en esa situación, lo cual no quiere decir que aún sigan vivas. El gobierno no da esas pruebas como oficiales, porque no se sabe muy bien de dónde han venido. Desde luego, Turquía no ha facilitado esa información. Pero eso le da a las familias una mínima esperanza de vida. “Es un derecho de las familias creer que sus seres queridos están vivos hasta que no se demuestre lo contrario. Una madre nunca aceptará que su hijo está muerto hasta que no le muestren sus huesos” comenta Theodosiou. La asociación no acepta la presunción de muerte. En su propio caso, es su hermano quien está desaparecido. “Mi madre vive en una dolorosa agonía. Guarda todas sus cosas y espera que un día llame a la puerta”. Algunas madres dicen haber recibido llamadas de sus hijos. Myrofora aseguró que Christakis la ha llamado en dos ocasiones, aunque no pudo explicar qué conversación tuvieron.
El parlamentario Aristophanes Georgiou, miembro del Partido Comunista, que forma coalición en el gobierno con socialistas y demócratas –de centro derecha-, no da mucho crédito a este tipo de informaciones, nunca confirmadas por los servicios del gobierno. Unos pocos meses tras la invasión, aparecieron vivos algunos desaparecidos por un intercambio de presos, como es su propio caso. Georgiou luchó en Kyrenia, fue herido y capturado por el ejército turco. Que hoy esté vivo es suerte, dice, porque la Cruz Roja anotó nombres de presos, entre ellos el suyo, y les liberaron. Por eso, considera que la única solución pasa por la internacionalización del problema, mantenerlo vivo dentro de los foros internacionales, en la UE, en la ONU. “Es la única manera de obligar a Turquía a que facilite información”. Turquía por su parte no se da por aludida como parte del problema y considera la cuestión un asunto intercomunal entre greco y turcochipriotas. De hecho, es a estos a quien remiten desde la Embajada turca en España para cualquier información sobre esta cuestión.
Chipre no exige responsabilidades políticas, se trata de una cuestión de Derechos Humanos. El problema, según Aristophanes Georgiou, es que los asuntos humanitarios se utilizan para servir a objetivos políticos, y ahora está el tema de la entrada de Turquía en la UE. “Nuestro lado ha ofrecido siempre toda la información necesaria para encontrar a los turcochipriotas desaparecidos en los años 60 como consecuencia de las bandas y grupos paramilitares nacionalistas” reconoce el miembro del AKEL, “el chovinismo de ambas partes ha hecho mucho daño a este país”. Para Xenophon Kallis, del CMP, se trata de un asunto legal. “No se les puede decir a las familias que ha pasado mucho tiempo y que hay que olvidar cuando Turquía tiene toda la información de lo que les ocurrió y saben dónde están”. La Asociación de personas desaparecidas no cree que Turquía, por sí misma, llegue a cooperar de ese modo. Por eso defienden la iniciativa que desde diferentes partes del mundo se está reclamando: añadir el Derecho a la Verdad como uno más de los Derechos Humanos, enfocado a los familiares y su derecho a saber, porque también ellos son víctimas. Al fin y al cabo se trata de no olvidar los horrores de la historia para no volver a repetirlos.


Pruebas de ADN

La mayoría de familiares se han sometido a las pruebas de identificación de ADN por si, en algún momento, coinciden con los restos que se van hallando.
Marios Cariolou es el Director del Centro Genético Molecular donde se elaboran estos reconocimientos. Ahí llegan los restos de huesos que los arqueólogos buscan en las fosas comunes. Se recomponen los cuerpos lo máximo posible y se les entrega a las familias. Dicho así parece rápido, pero es un complejo trabajo que dura años. Para Cariolou es más importante la fiabilidad que la rapidez. “En cinco años hemos recuperado 41 cuerpos, pero con la seguridad cien por cien que lo entregamos a su familia”. Además, se trata de un proceso muy caro cuyos fondos proceden del Estado. Alemania cedió gratuitamente maquinaria y equipamiento para el centro, pero la UE como tal no ha facilitado nada, según el parlamentario Georgiou.
El Centro Genético se encuentra en Nicosia, justo en la Línea Verde. La vista desde las ventanas es esperpéntica, mas teniendo en cuenta que estamos en un país de la UE. Cariolou nos muestra unos puntos rojos que marcan una zona minada en el área de amortiguación. Un poco más allá, los soldados turcos en sus garitas. Y al fondo, en la ladera de la montaña de Pentadaktylos, una enorme bandera de la RTNC a la que acaban de poner luces para que se vea también de noche. La provocación en este sentido es constante. También los greco chipriotas ondean la bandera de Grecia en escuelas, iglesias e incluso casas particulares. La entrada de Turquía en Chipre vino precedida por años de conflicto, desde la lucha por la Enosis, unión con Grecia, y el Taksim, reparto de la isla entre Turquía y Grecia. Tras la independencia de Gran Bretaña en 1960, se produjo una fuerte represión contra los turcochipriotas y el retorno de EOKA -organización terrorista enfrentada a todo lo que no fuera griego- autores, junto a militares helenos, del golpe de Estado de julio del 74 que derrocó al Presidente Makarios. Fue entonces cuando Turquía entró en la isla para garantizar los derechos de los turcochipriotas. Lo cierto es que en la frontera, el equipo de Marios Cariolou, natural de Kirenia, ciudad de la que tuvo que huir para no regresar, trabaja minuciosamente para conseguir el descanso de otra familia.


Mejor un vecino europeo

Al contrario de lo que pueda parecer, los chipriotas apoyan la entrada de Turquía en la UE porque prefieren un vecino europeo y moderno. Erato Markoullis, Directora de Asuntos Euro-Turcos del Ministerio de Exteriores, confirma esa posición. “Existe un consenso de todos los dirigentes y partidos chipriotas en que es mejor que Turquía esté en la UE. Eso supondría la transformación del país y beneficiaría nuestros intereses”. Pero ese apoyo pasa por dos condiciones básicas: el reconocimiento por parte de Turquía de la República de Chipre y la retirada de las tropas turcas de la zona ocupada. Reivindicaciones que Turquía, según Ayhan Enginar, Consejero de la Embajada en España, rechaza. “Reconoceremos el nuevo estado de Chipre cuando la isla se reunifique en base a dos estados nacionales”. Los chipriotas, por su parte, consideran que se puede encontrar un sistema federal que unifique definitivamente la isla en un solo país, ya que “no tenemos problemas de convivencia con los turcochipriotas. Durante 400 años habíamos vivido en paz. Ahora, hay muchos pueblos mixtos donde ni siquiera la religión es un problema. Podemos crear un sistema federal que dé la solución” sentencia Erato Markoullis.

jueves, 4 de febrero de 2010

¿Por qué este blog?

Me gusta escribir. No lo hago bien, pero me gusta. Mucho. Quisiera poder tener tiempo para sentarme a escribir, ordenar las ideas, garabatear, y pasar el día pensando en esa historia que se está forjando en mi cabeza. Pero no puede ser. Así que me conformaré con intentar hacerlo de vez en cuando –cada vez menos ¡qué pena!-. Y, mientras, plasmar en este blog lo que ya está escrito y guardado en el cajón. Es posible que poco a poco vayan surgiendo nuevas cosas.
Que así sea.
 

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