jueves, 11 de febrero de 2010

NICOSIA Y FAMAGUSTA

Europa debería avergonzarse

La capital de Chipre, Nicosia, es la última ciudad europea dividida en dos partes. Desde 1974, las calles del centro terminan en alambradas con garitas vigiladas por soldados. De un lado los chipriotas, del otro los turcos. Ambos viéndose las caras día tras día, con un estrecho margen de separación, lo que se denomina zona de amortiguación, controlada por la ONU. La Línea Verde, nombre de esta vergonzosa frontera, es una herida abierta pero no es la única. Famagusta es una ciudad situada al sur del país. Está en el lado ocupado, completamente deshabitada. A comienzos de los 70 era la ciudad más turística, con las más modernas infraestructuras hoteleras y las mejores playas. Desde agosto del 74 nadie puede entrar en ella. Un acuerdo y posterior resolución de la ONU obligó a Turquía a no habitarla, bajo vigilancia de los cascos azules. “La han dejado como escarnio para los que allí vivíamos” cree Antonis Katsantonis, propietario de dos restaurantes en Famagusta. Ahora tiene un pequeño bar justo en la frontera, con un mirador desde donde se aprecia la decrepitud de la fantasmagórica ciudad en la que Shakespeare, anticipándose a los hechos, situó la tragedia de Otelo. Katsantonis lleva 32 años viendo día tras día el que fue su hogar con la esperanza de poder regresar a él.

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